La venta de virginidades como consecuencia del falso valor de la virginidad
Las creencias, tabúes y el falso valor que se le ha dado a la virginidad de la mujer desde tiempos inmemoriales han sido causa de toda clase de atrocidades. La valía exacerbada e imaginada que se le da a la entereza del himen es todavía aceptada e incluso establecida por muchas instituciones sociales y gubernamentales alrededor del mundo, lo cual ha dado paso a que, en 2021, siga existiendo la venta de virginidades.
La virginidad ha sido referenciada incluso como “la única riqueza que podían ofrecer las niñas”, era (y sigue siendo para muchos países) un pasaporte a un matrimonio que las salvara a ellas e incluso a sus familias de la pobreza, o bien que incrementara su estatus social.
La problemática de su valor engrandecido se remonta para filósofos y antropólogos a la definición misma del concepto, ya que mientras algunas personas la definen como no haber tenido nunca un encuentro sexual, otras definiciones se limitan a la integridad del himen. Esto aumenta lo falso alrededor del concepto, ya que el himen puede romperse en una caída o por un accidente en bicicleta, así como existen procedimientos como la himenoplastia, que reconstruyen el himen.
Venta de virginidades: tanto voluntaria como impuesta
En los últimos años, ha habido muchos casos alrededor del mundo de chicas que anuncian, subastan o venden su virginidad de manera pública a altos precios con el fin de pagar por sus estudios o de mejorar la situación económica propia o de su familia. Existen incluso plataformas de internet abiertas al público que ofrecen este tipo de servicios.
Esto ha dado pie a entrevistas, estudios y notas sobre las chicas que están ofreciendo su virginidad, pero se convierte de nuevo en una demostración patriarcal puesto que no se estudia ni entrevista al hombre que paga esas altas sumas de dinero, y que es claramente imprescindible para que estas prácticas continúen, ya que no hay oferta sin demanda.
Estos casos de chicas que lo hacen de manera voluntaria (por la razón que sea) son irónicamente quienes han tenido suerte, ya que un alto número de niñas y adolescentes caen en redes de tráfico de virginidades o en redes de tráfico sexual incluyendo desde turismo sexual, explotación sexual comercial infantil, niños y niñas involucrados con prostitución, etc. Todo esto debido a infancias traumáticas, secuestros, o incluso venta de la niña o el niño por parte de la misma familia, casi siempre de bajos recursos.
Hoy, en pleno 2021, el cuerpo sigue viéndose como un bien, y la virginidad como un valor “extra”, un accesorio que le da estatus a la mercancía y aumenta su valor, no solo por ser nuevo, sino por la ilusoria virtud de exclusividad que proporciona.
En Centroamérica, México y algunas partes de Estados Unidos, la venta de virginidades, la trata de personas y la explotación sexual comercial infantil son mucho más comunes de lo que conocemos o de lo que a todos nos gustaría pensar. Hay niñas siendo introducidas al mundo de la prostitución desde los 11 años, muchas veces por sus mismos padres, quienes más deberían protegerlas.
En Colombia, la trata de personas, y con ello la venta de virginidades, es la tercera fuente de ingresos de la delincuencia organizada trasnacional, y (en todo el mundo, no solo en Colombia) está relacionada con delitos como el secuestro, la extorsión, el lavado de dinero, la corrupción y el tráfico de drogas y de migrantes ilícitos.
La mayoría de las veces, las víctimas de la venta de virginidades son niñas de zonas rurales o barrios marginales, que pertenecen a familias desintegradas de bajos recursos que buscan mejorar su nivel de vida; aunque últimamente también forman parte del perfil chicas adolescentes con deseos de mejorar sus estudios o de ayudar económicamente a su familia.
Los testimonios de chicas a quienes forzaron a vender su virginidad son desgarradores, y es desolador pensar que, tanto en América Latina como en muchos otros países del mundo, basta ser parte de una familia disfuncional o haber tenido la mala fortuna de nacer en un espacio de pocos recursos para estar en riesgo de ser puesta a la venta.
Existen movimientos como #YoDigoNoMás, que se dedican a ayudar a personas que han pasado por este y muchos otros tipos de abusos. Si está interesado en conocer las formas en las que el movimiento ayuda, o si está interesado en contribuir a esta causa, visite el sitio https://yodigonomas.com/.
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