Disforia de género, el dolor de habitar un cuerpo que no es mío
La disforia de género es un concepto que puede resultar novedoso para muchos, pero cada vez ocupa más espacios en la sociedad. Según el diccionario LGTBI+ de Fundéu, la disforia de género es “una expresión médica que describe la discrepancia de una persona con el sexo género asignado al nacer” y la OMS en el 2019 la definió como “incongruencia de género”. Esta inconformidad con el cuerpo en el que se nace presenta conflictos difíciles de resolver, tanto para las personas que lo padecen como para quienes lo perciben como un asunto social que se sale de lo que consideran “normal”.
Un cuerpo que no me pertenece
Entender y aceptar el cuerpo en que se nace no es una tarea sencilla. Hacer ejercicio, comer saludable, mantener una vida sana o asistir al quirófano, son algunas de las soluciones que las personas encuentran para hacer que su cuerpo esté acorde a lo que ellos desean. En el caso de las personas trans puede ser igual, pero la fijación de su incomodidad está centrada en la mayoría de casos en su órgano sexual, una zona que no está visible ante la sociedad, pero que les recuerda en la intimidad, que su cuerpo no es coherente con lo que son.
Victoria Volkóva, influencer mexicana en su video “mi cirugía de reasignación de sexo” expresó, “siempre tuve repulsión hacia mi órgano sexual reproductivo… nunca me sentí identificada con mi cuerpo, nunca me sentí identificada con el sexo masculino”. Los niños trans padecen tanto el cuerpo que les fue asignado que, en ocasiones, antes de llegar a los 14 años la única salida que contemplan es el suicidio. Este no fue el caso de Victoria, pero aun así fue doloroso, porque optó por la vergüenza, por esconder la única parte de su cuerpo que no estaba acorde con su expresión femenina, su pene. Para Victoria solo una reasignación quirúrgica podría corregir ese error de la naturaleza y desde los 17 años comenzó a indagar todo sobre la operación, pero los costos eran tan elevados y el procedimiento era tan doloroso que no creía poder alcanzar ese sueño.
Según fuentes no oficiales, la operación de reafirmación de sexo puede costar entre 18.000 y 30.000 euros en clínicas privadas. Hasta ahora en Latinoamérica no existen países que aseguren este procedimiento como un derecho para las personas trans, es por eso que aquellos que desean realizarla deben esperar hasta reunir la cantidad necesaria, para luego migrar hacia países como Tailandia, que se especializan en estas cirugías.
El dolor de elegir
Durante los primeros meses de recuperación, Victoria asegura que el dolor que padeció fue el más agudo que vivió en su vida y las dilataciones para que su neo vagina no perdiera profundidad lo hacían peor. Si bien en la narración del video ella afirma que no se arrepiente de su elección, también expresa que “esta cirugía no es una cirugía mágica que resuelve tus problemas, ni tus inseguridades, ni tus traumas, ni tus problemas de autoestima”, es por eso que, para tomar una decisión irreversible como la operación, o el tránsito acompañado de hormonas, es indispensable que las personas asistan a terapia, porque la inconformidad con el cuerpo puede tener muchos factores que inciden y en ocasiones la incertidumbre no se calma luego de la cirugía.
Las decisiones que se toman desde la ansiedad, buscando un alivio rápido, pueden traer consecuencias mucho más negativas a largo plazo, por esta razón, asumir un cambio quirúrgico de sexo debe ser una elección que se sostenga en el tiempo y esté acompañada de profesionales expertos en el tema. Si bien sólo el 0.5% de personas que realizan los procedimientos médicos revierte su decisión, es importante reconocer que esa opción existe para crear acciones de contingencia y un acompañamiento más adecuado en estos casos.
No existen respuestas mágicas para todos
Ellie y Nele son una pareja de chicas europeas que han transitado por el género con tratamientos de testosterona para alcanzar una apariencia más masculina, pero desde hace unos años decidieron dejar a un lado los medicamentos y retornar a su género de nacimiento. Ellas hacen parte del pequeño porcentaje de personas que revierte su elección.
En el relato de estas chicas expuesto en un artículo de la BBC, se muestra cómo en la infancia de ambas había una fascinación por los privilegios masculinos, la libertad y todas las condiciones que envuelven a los hombres. Ellas querían poder caminar con el torso descubierto, practicar deportes de contacto y manifestar abiertamente su gusto por las mujeres, pero desde lo que entendían como mujer no encontraban esas posibilidades, es por eso que desde pequeñas se replantearon si querían seguir asumiendo ese rol, o realmente deseaban lucir como hombres.
En Europa resulta más fácil acceder a los tratamientos y el acompañamiento psicosocial necesario, pero aun así, existe desconocimiento frente a los tránsitos sexuales, como fue el caso de esta pareja. La elección del cambio sexual estaba motivada por la incertidumbre y la ansiedad de obtener un lugar social que – desde la perspectiva de ellas – era más privilegiado y libre. Pero a la hora de transitar, tampoco se hallaban conformes con la corporalidad masculina, y en un momento empezaron a presentar una fuerte resequedad vaginal por el consumo de testosterona. Esa fue la alerta que hizo a Ellie y Nele preguntarse sobre la elección que habían tomado, y luego de un tiempo suspendieron su tratamiento para dejar a su cuerpo libre de hormonas adicionales.
La importancia de la terapia y un buen acompañamiento médico
En estos casos, el tránsito puede obedecer a situaciones mucho más complejas de analizar, la más relevante es la relación que se establece socialmente con el género y las formas que definen el comportamiento de mujeres y hombres, con pocas opciones de crear intersecciones entre las características de ambos roles. Estas chicas tenían la necesidad de adoptar características que les permitieran ser personas libres, con posibilidad de jugar deportes que les gustaran sin importar el género y expresar libremente su amor, no necesariamente querían elegir un sexo/género y excluir todas las posiblidades que ofrece el otro.
Ellie y Nele crearon un movimiento para dar visibilidad a las voces que transitan y quieren retornar a su género de nacimiento, pero advierten que su experiencia no debe servir para generalizar los procesos de toda la comunidad, porque cada vivencia es única. Ellas temen que su discurso sea fragmentado y adoptado por comunidades religiosas o personas que discriminan a las personas trans, como justificación para negar los derechos que con tanto esfuerzo han logrado.
No se arrepienten de nada de lo que han vivido durante su proceso de tránsito porque esto las llevó a tener mayor consciencia y respeto por su cuerpo, a aceptarse cada vez más y a aprender a elegir sobre la marcha cómo desean vivir su vida.
Desde la realidad LGTBI+ se proponen miradas que no buscan una única solución para todos, de hecho se alza la voz por la diferencia y por los que han sido silenciados. Salirse de la norma para tejer una identidad propia es una tarea admirable. Desde el movimiento #YDNM esperamos que todo aquel que desee transitar tenga el acompañamiento psicológico de expertos que puedan orientar su proceso.
Tu puedes hacer parte del cambio, súmate a este movimiento en nombre propio o de cientos de victimas que no han logrado encontrar su voz para pronunciarse en contra de este flagelo.
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