¿Cárceles en EE.UU como espacio de corrección o hacinamiento y violación

¿Cárceles en EE.UU como espacio de corrección o hacinamiento y violación?

En la actualidad se conocen los casos de muchas personas que durante el tiempo de reclusión padecieron abuso sexual, tratos inhumanos y en ocasiones su vida estuvo en riesgo. Es por eso que el movimiento #YoDigoNoMás, busca visibilizar esta realidad, para que los casos no queden en la impunidad. 

¿Existe un trato digno para los reclusos? 

En los países democráticos, los sistemas penitenciarios deben sancionar las conductas que se salen de la normativa, esto se reafirma en el V Informe sobre derechos humanos de la Federación Iberoamericana de OMBUDSMAN, cuando expresan “Una intervención solo puede ser admisible si la dignidad de la condición humana es respetada siempre y en términos absolutos.”

Pero, tal parece, que en la mayoría de países, el respeto a la dignidad de la condición humana es un concepto de menor importancia, que puede ser omitido en la práctica al interior de los sistemas penitenciarios; como es el caso de Alabama, que en sus 13 centros de reclusión tiene capacidad de albergar 9.882 prisioneros, pero la realidad refleja que hay 16.327 internos, una sobrepoblación del 182%, como lo indica el periódico El País.

En estas condiciones, es realmente difícil asegurar el cumplimiento de los derechos básicos para las personas que están privadas de la libertad, porque el hacinamiento produce un deterioro en la prestación de servicios, aumento en la transmisión de enfermedades, estrés, degradación de la salud mental y de la condición humana, como asegura un estudio sobre Derechos Humanos de los reclusos, para el Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Casos de violencia al interior de las prisiones

Esta situación representa un entorno perfecto para que la violencia sea la forma más efectiva de comunicación dentro de los centros de reclusión. “Más de 600 incidentes de agresión sexual fueron denunciados entre 2016 y 2018, lo cual incluía sexo oral o anal forzado.” En el artículo de la BBC sobre las cárceles de Alabama, se reconoce que los propios internos aseguraron que «todos» tienen cuchillos como medio de supervivencia: «Un prisionero dijo que ‘Bibb es un lugar donde tienes que pelear el día que llegas o serás una perra, así que obtienes un cuchillo»

El entorno agresivo hace que los reclusos luchen constantemente por probar su fuerza. La dominación, el sometimiento y la humillación al otro, son la moneda de intercambio dentro de estos espacios. Nadie se permite demostrar su lado vulnerable porque se convierte en una sentencia para sufrir agresiones por parte de quienes tienen el poder, sean oficiales o reclusos. Denunciar puede parecer una salida lógica, pero en el ambiente carcelario no lo es, porque en la prisión es preferible ser “la perra” de todos, que el soplón del pabellón. 

Los reclusos usan el abuso como expresión de poder y sometimiento.

“La violación en prisión raramente es un acto sexual, sino uno violento, político y una representación de los roles de poder.” Así lo afirma Wilbert Rideau, ex convicto y periodista que vivió de primera mano los abusos del estado. Entonces podemos entender que aquellas personas que ingresan a las cárceles, pero no cumplen con características físicas que promuevan su masculinidad, están sentenciadas a la esclavitud dentro de la prisión, a sufrir actos violentos, como fue el caso de un prisionero que en 2018 optó por cortarse la muñeca, debido al temor hacia otros reclusos, luego de un intento de agresión sexual. Él aseguraba que lo que necesitaba era estar solo en una celda para estar protegido.

Entidades que protegen los derechos de los reclusos 

En este contexto de abuso a los derechos humanos, surge una fundación llamada 

Just Detention International (JDI), que busca responsabilizar a los oficiales de gobierno por no cumplir con su labor al permitir los 216.000 casos de abuso sexual que se registraron durante el año 2011. Esta fundación también propone que “las víctimas de violación en prisión obtengan la ayuda que necesitan” como se expresa en el informe sobre abuso sexual de JDI.

Este movimiento creado en 1980 por Russell Dan Smith, sobreviviente de abuso sexual dentro de la prisión, ha involucrado a otros activistas que han sufrido situaciones similares y ahora luchan por los derechos de los internos. Uno de sus principales exponentes fue Stephen Donaldson, perteneciente a la comunidad LGTBI, quien fue arrestado durante una protesta por la paz en 1973 y sufrió una violación masiva en la cárcel de Washington. Luego de visibilizar la realidad de las cárceles del país a través de artículos escritos en el New York Times, USA Today, Los Ángeles Times y Boston Globe, el país empezó a reconocer la problemática y a ejercer presión sobre las legislaciones que protegían a los reclusos. ”Donaldson murió en 1996 como resultado del SIDA, después de haber contraído el VIH durante una violación en prisión” como aparece en la historia de la organización albergada en www.just detention.org.

Ley para prevenir agresiones sexuales

La organización JDI defiende que se pueden prevenir los casos de abuso sexual en prisión, solo se necesitan líderes comprometidos que promuevan buenas prácticas, políticas de cuidado y seguridad para que los que cumplen una sanción tras las rejas no tengan que pagar también con una violación. Su consigna principal es Rape is not part of the penalty, (la violación no es parte de la condena) y gracias a la concientización que han generado, en 2003 se creó la ley para la Eliminación de Violaciones en Prisión, una ley federal que prohíbe las conductas sexuales inapropiadas en los centros de reclusión o detención.

La ley también propone que se asignen celdas seguras para losreclusos vulnerables dentro de esta categoría se encuentran todas las personas que tienen expresiones de feminidad que los pueden poner en riesgo, la comunidad LGTBI+ se encuentra en su totalidad cobijada bajo esta ley. Otro de los puntos centrales de la norma, otorga a los prisioneros acceso a asesores calificados para denunciar y acompañar su caso, obligando así a que las instituciones capaciten al personal para que puedan detectar y prevenir los abusos. 

Solo hasta el año 2012 la ley entró en vigencia y su aplicación ha tenido traspiés, pero Just Detention International, organización que lleva más de 40 años luchando por los derechos de quienes están privados de la libertad, continúa insistiendo en la veeduría del cumplimiento de las normas y el apoyo a las víctimas.

Desde #YoDigoNoMás, alzamos la voz por aquellas víctimas que han sufrido una situación similar, el abuso no se debe admitir en ninguna esfera. Estamos aquí para escuchar a quienes lo necesiten, cuéntanos tu historia para reescribir tu futuro. 

Tu puedes hacer parte del cambio, súmate a este movimiento en nombre propio o de cientos de victimas que no han logrado encontrar su voz para pronunciarse en contra de este flagelo.

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