Aprender a sanar el dolor de una violación
Las experiencias tan intensas y traumáticas como un abuso sexual tiñen y dejan huella en todos los aspectos de la vida, a tal grado que modifican la personalidad de quien la vive. Es por esto que los sobrevivientes de estas vivencias deben aprender a sanar el dolor de una violación para poder recuperar su paz y volver a ser ellos mismos.
En nuestra sociedad, no solo se generan la violencia y la desigualdad, sino que se aceptan. Es defendido el perpetrador y la víctima es muchas veces culpada, avergonzada y revictimizada por una experiencia ya dolorosa que le cambió la vida.
Siendo ese nuestro contexto social en muchos países americanos (y en la mayoría de los países latinoamericanos), aprender a sanar el dolor que dejó la vivencia de una violación es un proceso complicado, diferente para cada persona, y al que no todos tienen acceso. Es un viaje que requiere apoyo, cariño, paciencia y determinación.
Las personas que han sido víctimas de violaciones deberían tener la oportunidad de alcanzar una sanación psicológica, social, y legal, pero el simple hecho de que, en ocasiones, la misma sociedad que les rodea y el jurado que pretende apoyarlas no las escucha y mucho menos les cree, hace el transcurso de esa sanación mucho más lento y complicado.
En ese sentido, lo primero que necesitan las personas que han pasado por una experiencia de abuso sexual, es un espacio donde se sientan seguras, un espacio de confianza donde sepan que serán escuchadas sin ser juzgadas, que les creerán y que pueden confiar en quien les rodea para poder alzar su voz.
Una vivencia de violación afecta a la víctima en muchos ámbitos, es una combinación de un trauma psicológico intenso junto con agresión física y abuso de poder, que hace sentir a la víctima que no es dueña de su cuerpo; afecta su imagen de sí misma, su autoestima, y su personalidad. Esto causa que, por un sinfín de razones, sea difícil para los sobrevivientes alzar su voz y compartir su historia o denunciar al perpetrador.
Por esto es tan necesario un espacio seguro y de confianza. El poder compartir su historia, que les escuchen y les crean, es de los primeros pasos (y uno de los más importantes) para sanar, sin embargo, el superar el trauma por completo dependerá también del reconocimiento por parte de la víctima de todas las áreas en las que la vivencia ha afectado. Y dado que cada persona vive su proceso de una manera y a un ritmo diferentes, no se puede presionar a nadie a hablar o a dar el siguiente paso si ella aún no está lista para darlo.
El siguiente paso que ayuda a sanar el dolor es crear complicidad, es decir, ver en ese mismo espacio de confianza que no son los únicos, que hay personas que comparten su dolor, que les entienden, a quienes también les costó trabajo alzar la voz, pero hoy saben que no están solos en su lucha. El movimiento de #YoDigoNoMás se encarga tanto de proveer el espacio seguro en el que las personas puedan compartir su historia, como de asegurarse de que se den cuenta de que no están solas en este viaje.
Después de eso, poco a poco y con apoyo y cariño, quienes sufrieron una violación se dan cuenta de que esa experiencia no tiene por qué definirlas, de que pueden volver a ser ellas, a convivir, a sentir placer, sin ese sentimiento oscuro que tantos años les ha acongojado. Se van dando cuenta de que ese episodio fue una vivencia, pero no es la vida misma.
Organizaciones y movimientos como #YoDigoNoMás se encargan de ayudar a personas que han sido víctimas de abuso sexual. Tu puedes hacer parte del cambio, súmate a este movimiento en nombre propio o de cientos de victimas que no han logrado encontrar su voz para pronunciarse en contra de este flagelo.
Encuentra las múltiples opciones que tenemos para unirse al movimiento y hacer que tu voz se escuche